lunes, 10 de diciembre de 2007

GEOCENTRISMO

En un principio las ideas de Copérnico fueron rechazadas de forma rotunda pues contradecía la percepción religiosa del universo, donde el hombre se encontraba en el centro del mismo, y desmantelaba una teoría astronómica muy en boga en aquella época, la del geocentrismo que considera a la Tierra como el centro del universo (ver anexo D), expuesta por un astrónomo griego del siglo II d.C. llamado Claudio Tolomeo, respecto a esto los autores Sagan y Leonard (1973) comentan:

La teoría Griega más famosa es la de Claudio Tolomeo, astrónomo Griego que vivió en Egipto en el siglo II de la era cristiana y que tal vez no hizo más que recoger las ideas de otros. Tiene mas complicaciones aún y no explica adecuadamente ciertos hechos, como los cambios periódicos del brillo de los planetas, ni da sus distancias de la tierra o del Sol. Es indudable que, en esa época, los críticos señalaron estos defectos, pero Tolomeo vivió cuando la civilización grecorromana había pasado ya la etapa de plenitud creadora. Su sistema triunfó en gran parte por haber sido el último.

Transmitido por los árabes a la Europa Medieval como el “ALMAGESTO” (que significa el más grande), adquirió finalmente la fuerza de un dogma religioso que no podía ser discutido sin peligro de herejía. Es de lamentarse esto, pues Tolomeo no fue el mejor ejemplo de lucidez de pensamiento griego.

Los griegos desecharon la idea, basada en le sentido común, de que la tierra era plana, y razonaron que debía ser redonda debido a la sombra circular que proyecta en la luna y a la forma en que las embarcaciones parecen hundirse en el horizonte del mar.

En el siglo XV Tolomeo tuvo un segundo auge. Los científicos de la Europa occidental tomaron más interés que los griegos en la observación y la experimentación, y dependieron menos de las ideas sin base científica. Aunque aun creían en el sistema tolemaico (…) sus observaciones hicieron que el sistema se viera cada vez peor.
Las críticas a Tolomeo aumentaban, pero raramente se dejaban oír por que la Europa occidental tenía una institución desconocida a los griegos: Una poderosa burocracia religiosa que procuraba acallar a quien discrepara con sus creencias oficiales. Uno de sus dogmas insistía en que la tierra debía seguir siendo el gran cuerpo central del universo.


Con respecto a esto, en conversación sostenida con el profesor Leandro Boscán (13, 06,06), nos explica:

(…) las teorías científicas, no solo de Copérnico sino la de todos los pensadores de la época, habían asestado un duro golpe al magisterio de la iglesia cristiana al contradecir sus creencias, esto trajo graves consecuencias a los estudiosos, pues la misma dirigía el monopolio del conocimiento, que se reflejaba en todas las universidades europeas que eran de su propiedad (…).

Y como represalias a estas personas, por los cuestionamientos hacia su dogma:

(…) se les acusaba de herejes y se les amenazaba constantemente con quemarlos en la hoguera o con el confinamiento domiciliario, además todos los textos “herejes” eran confiscados, encerrados bajo llave o quemados en público (…).

Aunque estas acciones por parte de la iglesia medieval son muy conocidas es de extrañar que dicha teoría tardara tanto tiempo en ser conocida por el público y que además contara con adeptos dentro del clero religioso, tal como lo refiere Burk (1973):

(…) El efecto inmediato del libro “DE REVOLUTIONIBUS” fue nulo. Nadie lo leía, a excepción de unos pocos especialistas que lo podían entender y que de antemano estaban familiarizados con las ideas copernicanas. (…)El pueblo hacía del genial astrónomo una grata fuente de bromas y de chistes. (…)Los hombres de la nueva ciencia que se daban cuenta cabal de lo explosivo que iba a resultar el libro, podían contarse en los dedos de la mano.


(…) se había iniciado ya un dialéctico viaje hacia la reafirmación de la autoridad, la limitación del individualismo renacentista y de la libertad de pensar y vivir. El mundo en el campo de las ideas se iba haciendo fisgón, pugnaz e intolerante.

(…)Sin embargo, hasta 1616, cuando el libro de Copérnico ya lleva 73 años de publicado, su contenido no fue motivo de escándalo ni de rechazo apasionado.

(…)La clerecía de Roma no era hostil a la nueva imagen del mundo. Basta decir que los jesuitas, a su cabeza, el cardenal Belarmino, eran defensores de la doctrina heliocéntrica, y lejos de Roma enseñaban abiertamente astronomía copernicana.


La verdadera entrada en escena de Copérnico se dio de la mano de su más fiel partidario: el físico italiano Galileo Galilei quien defendió a capa y espada sus ideas frente al Vaticano en varias oportunidades lo que le granjeó una mala reputación entre los religiosos, además como refiere Burk (1973) su actitud arrogante y desafiante le apartó de sus colegas por lo que tuvo que enfrentar todos sus problemas sin apoyo alguno.

La confrontación entre Galileo y la Iglesia llegó a su punto álgido el 19 de Febrero de 1616 cuando el papa Urbano VIII nombró una comisión de once teólogos cuyo fin era investigar si las ideas del Físico eran heréticas o no. La respuesta fue positiva por lo que se obligo a Galileo a pedir perdón ante los miembros de la iglesia y se le arrestó dentro de su casa por un periodo de 2 años aproximadamente. Sus escritos y los de Copérnico, que aún circulaban por allí, fueron puestos en el INDICE DE LOS LIBROS PROHIBIDOS por la iglesia, del cual no fueron retirados oficialmente hasta 1835. (Sagan y Leonard, 1973).

Esto, al contrario de lo que se podrá pensar, contribuyo a que la obra del astrónomo se popularizara entre cierto numero de intelectuales y se le considerara más seriamente. A esto se unen los estudios realizados por un discípulo suyo llamado Johannes Kepler. Sagan y Leonard (1973) comentan lo siguiente:


Al morir Copérnico en 1601 lego a su joven ayudante, Johannes Kepler, sus extensos y meticulosos registros y le confió la continuación del trabajo (…) dedujo, por brillante intuición, que el sol proporcionaba en alguna forma la fuerza motriz para los movimientos planetarios. (…) su descubrimiento principal fue que las orbitas planetarias son elípticas.

Kleper encontró, estudiando detenidamente a Marte, que su movimiento puede entenderse si se supone que su orbita es una elipse (…). No había necesidad de una complicada confusión de círculos interrelacionados, solamente una elipse para cada objeto.


En adelante la obra de Copérnico se convertirá en una fuente de motivación para todos los científicos que le sigan en su afán de dar una explicación lógica al universo que les rodea. Toda su obra llega a la consagración con Isaac Newton y su Leyes de la Gravedad Universal, sin contar que a partir de entonces la Iglesia Cristiana adoptara un papel más tolerante frente al avance de los logros científicos al punto de que la misma será participe, a comienzos del siglo XX, de teorías revolucionarias como el Big Bang o la Gran Explosión.


En un principio las ideas de Copérnico fueron rechazadas de forma rotunda pues contradecía la percepción religiosa del universo, donde el hombre se encontraba en el centro del mismo, y desmantelaba una teoría astronómica muy en boga en aquella época, la del geocentrismo que considera a la Tierra como el centro del universo (ver anexo D), expuesta por un astrónomo griego del siglo II d.C. llamado Claudio Tolomeo, respecto a esto los autores Sagan y Leonard (1973) comentan:

La teoría Griega más famosa es la de Claudio Tolomeo, astrónomo Griego que vivió en Egipto en el siglo II de la era cristiana y que tal vez no hizo más que recoger las ideas de otros. Tiene mas complicaciones aún y no explica adecuadamente ciertos hechos, como los cambios periódicos del brillo de los planetas, ni da sus distancias de la tierra o del Sol. Es indudable que, en esa época, los críticos señalaron estos defectos, pero Tolomeo vivió cuando la civilización grecorromana había pasado ya la etapa de plenitud creadora. Su sistema triunfó en gran parte por haber sido el último.

Transmitido por los árabes a la Europa Medieval como el “ALMAGESTO” (que significa el más grande), adquirió finalmente la fuerza de un dogma religioso que no podía ser discutido sin peligro de herejía. Es de lamentarse esto, pues Tolomeo no fue el mejor ejemplo de lucidez de pensamiento griego.

Los griegos desecharon la idea, basada en le sentido común, de que la tierra era plana, y razonaron que debía ser redonda debido a la sombra circular que proyecta en la luna y a la forma en que las embarcaciones parecen hundirse en el horizonte del mar.

En el siglo XV Tolomeo tuvo un segundo auge. Los científicos de la Europa occidental tomaron más interés que los griegos en la observación y la experimentación, y dependieron menos de las ideas sin base científica. Aunque aun creían en el sistema tolemaico (…) sus observaciones hicieron que el sistema se viera cada vez peor.
Las críticas a Tolomeo aumentaban, pero raramente se dejaban oír por que la Europa occidental tenía una institución desconocida a los griegos: Una poderosa burocracia religiosa que procuraba acallar a quien discrepara con sus creencias oficiales. Uno de sus dogmas insistía en que la tierra debía seguir siendo el gran cuerpo central del universo.


Con respecto a esto, en conversación sostenida con el profesor Leandro Boscán (13, 06,06), nos explica:

(…) las teorías científicas, no solo de Copérnico sino la de todos los pensadores de la época, habían asestado un duro golpe al magisterio de la iglesia cristiana al contradecir sus creencias, esto trajo graves consecuencias a los estudiosos, pues la misma dirigía el monopolio del conocimiento, que se reflejaba en todas las universidades europeas que eran de su propiedad (…).

Y como represalias a estas personas, por los cuestionamientos hacia su dogma:

(…) se les acusaba de herejes y se les amenazaba constantemente con quemarlos en la hoguera o con el confinamiento domiciliario, además todos los textos “herejes” eran confiscados, encerrados bajo llave o quemados en público (…).

Aunque estas acciones por parte de la iglesia medieval son muy conocidas es de extrañar que dicha teoría tardara tanto tiempo en ser conocida por el público y que además contara con adeptos dentro del clero religioso, tal como lo refiere Burk (1973):

(…) El efecto inmediato del libro “DE REVOLUTIONIBUS” fue nulo. Nadie lo leía, a excepción de unos pocos especialistas que lo podían entender y que de antemano estaban familiarizados con las ideas copernicanas. (…)El pueblo hacía del genial astrónomo una grata fuente de bromas y de chistes. (…)Los hombres de la nueva ciencia que se daban cuenta cabal de lo explosivo que iba a resultar el libro, podían contarse en los dedos de la mano.


(…) se había iniciado ya un dialéctico viaje hacia la reafirmación de la autoridad, la limitación del individualismo renacentista y de la libertad de pensar y vivir. El mundo en el campo de las ideas se iba haciendo fisgón, pugnaz e intolerante.

(…)Sin embargo, hasta 1616, cuando el libro de Copérnico ya lleva 73 años de publicado, su contenido no fue motivo de escándalo ni de rechazo apasionado.

(…)La clerecía de Roma no era hostil a la nueva imagen del mundo. Basta decir que los jesuitas, a su cabeza, el cardenal Belarmino, eran defensores de la doctrina heliocéntrica, y lejos de Roma enseñaban abiertamente astronomía copernicana.


La verdadera entrada en escena de Copérnico se dio de la mano de su más fiel partidario: el físico italiano Galileo Galilei quien defendió a capa y espada sus ideas frente al Vaticano en varias oportunidades lo que le granjeó una mala reputación entre los religiosos, además como refiere Burk (1973) su actitud arrogante y desafiante le apartó de sus colegas por lo que tuvo que enfrentar todos sus problemas sin apoyo alguno.

La confrontación entre Galileo y la Iglesia llegó a su punto álgido el 19 de Febrero de 1616 cuando el papa Urbano VIII nombró una comisión de once teólogos cuyo fin era investigar si las ideas del Físico eran heréticas o no. La respuesta fue positiva por lo que se obligo a Galileo a pedir perdón ante los miembros de la iglesia y se le arrestó dentro de su casa por un periodo de 2 años aproximadamente. Sus escritos y los de Copérnico, que aún circulaban por allí, fueron puestos en el INDICE DE LOS LIBROS PROHIBIDOS por la iglesia, del cual no fueron retirados oficialmente hasta 1835. (Sagan y Leonard, 1973).

Esto, al contrario de lo que se podrá pensar, contribuyo a que la obra del astrónomo se popularizara entre cierto numero de intelectuales y se le considerara más seriamente. A esto se unen los estudios realizados por un discípulo suyo llamado Johannes Kepler. Sagan y Leonard (1973) comentan lo siguiente:


Al morir Copérnico en 1601 lego a su joven ayudante, Johannes Kepler, sus extensos y meticulosos registros y le confió la continuación del trabajo (…) dedujo, por brillante intuición, que el sol proporcionaba en alguna forma la fuerza motriz para los movimientos planetarios. (…) su descubrimiento principal fue que las orbitas planetarias son elípticas.

Kleper encontró, estudiando detenidamente a Marte, que su movimiento puede entenderse si se supone que su orbita es una elipse (…). No había necesidad de una complicada confusión de círculos interrelacionados, solamente una elipse para cada objeto.


En adelante la obra de Copérnico se convertirá en una fuente de motivación para todos los científicos que le sigan en su afán de dar una explicación lógica al universo que les rodea. Toda su obra llega a la consagración con Isaac Newton y su Leyes de la Gravedad Universal, sin contar que a partir de entonces la Iglesia Cristiana adoptara un papel más tolerante frente al avance de los logros científicos al punto de que la misma será participe, a comienzos del siglo XX, de teorías revolucionarias como el Big Bang o la Gran Explosión.

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